Con alguien a tu lado todo parece más fácil.
Eso de desvelarte y poder hablar. O eso de no tener nada que hacer y pasar una tarde haciendo el imbécil. Y sobretodo eso de meterte con ella y que, en vez de enfadarse, te pique también.
Eso de sentir que tienes todo cuanto necesitas cuando está ahí. O eso de que sea como si no hubiera nadie que pudiese cambiar o quitarte esa sensación de plenitud. Eso que desearías que durase para siempre. Al igual que deseas que esa persona permanezca en tu vida pase lo que pase, a pesar de que no sea físicamente en todo momento.
Eso de que pase el tiempo y puedas hablar como si hubieras estado con ella la noche anterior. Eso de que estar en silencio no suponga un momento incómodo que haya que llenar obligatoriamente. O eso de desplazarte hacia donde sea para pasar un rato con ella. Y sobretodo, llegar y que una mirada baste para comunicaros y que con un abrazo sea suficiente para transmitir todo lo que quieres y sentirte como en casa.
Porque de eso se trata, ¿no?
De encontrar gente con la que puedas hacer cualquier cosa sin siquiera pararte a pensarlo. De hallar a alguien con quien puedas cerrarte al resto del mundo. De encontrar una persona a quien querer. Alguien por quien irías hasta el fin del mundo si fuera necesario.
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